Esta instalación, construida en el siglo XVII, es la más antigua dedicada a esta actividad que hubo en la Comarca del Jiloca, y la más importante que hubo junto a las de las localidades de Calamocha y Fuentes Claras. El lavadero, del cual aún se conservan algunos restos, estaba situado en un lugar estratégico, junto al Camino Real, entre las localidades de Fuentes Claras y El Poyo del Cid, a un kilómetro de esta última localidad, en la partida conocida como el Prao de la lana.
Desde la Edad Media y hasta el siglo XIX en el Valle del Jiloca hubo gran presencia de mercaderes y tratantes laneros que compraban las lanas de las sierras de Albarracín, de Campo Visiedo, de la zona de la laguna de Gallocanta o de la zona de Molina de Aragón, para abastecer a la industria textil de Zaragoza e, incluso, exportarlas fuera del Reino, a Francia, Flandes, Italia o Inglaterra. El incremento de las exportaciones coincidió con un singular fenómeno que fue la presencia en el Valle del Jiloca de numerosos mercaderes, con arrieros franceses que fueron desplazando a los mercaderes zaragozanos.
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