El instrumento más emblemático de la música popular de las tierras del Jiloca aparece en la comarca con diferentes tipologías. Además de las piezas que hemos observado directamente contamos con las descripciones recogidas a algunos informantes, y con los datos de algunas colecciones de instrumentos.
El modelo básico es el bien conocido de siete orificios por la parte anterior del tubo y uno por la posterior. Otros más antiguos constan de sólo seis agujeros en la parte del anverso; y son frecuentes las modificaciones hechas a los instrumentos a posteriori.
A lo largo del siglo XX, varios gaiteros de la zona se construyeron sus propias dulzainas. Alguno de ellos, como Francisco El Medianero, de Odón, marchó a vivir a Valencia –en los años 30-, desde donde llegó una importante influencia musical para la dulzaina. En la última mitad de siglo, ciertos músicos han combinado el uso de gaitas de construcción propia con otras traídas de Valencia. La mayoría de los gaiteros de oficio emplearon preferentemente gaitas en tonalidad de la; así sucedía con el célebre Tío Caramba de Cutanda.
En la Sierra de Cucalón y el Alto Huerva se detecta que hubo un notable tráfico de dulzainas, de diferentes tipos, hasta época reciente, debido a que allí convergían las rutas de pastoreo7. De las localidades de Bea, Lanzuela y Fonfría parecen provenir algunos de los ejemplares más curiosos. Uno de ellos (la Dulzaina de Fuenfría, nº 729 del Catàleg) pertenece al fondo del Museu de la Música de Barcelona. Esta dulzaina tiene seis agujeros para la melodía en el anverso, dos en el reverso -lo que la emparenta con algunas musettes (chirimías) francesas- y cuatro en la parte inferior para la resonancia. Este ejemplar, aparte de por sus características musicales, destaca por el labrado que presenta en la madera. La decoración que incorpora fue reconocida por los informantes de Allueva como típica de toda la zona cuando se la mostramos en una fotografía; no se hacía siempre, había algunas dulzainas lisas, sin decorar.
En Allueva se hicieron dulzainas hasta mediados del siglo XX; la manufactura de las gaitas era un saber familiar. El último constructor que se recuerda se llamaba Generoso Martín, quien tenía familia en la localidad de Fonfría, en donde sus parientes también debieron de fabricarlas. Igualmente en Fonfría, la famila Pérez construyó dulzainas. Según nos informó en el pueblo Presentación Pérez, su tío Marcelino Pérez había sido pastor de joven, y había construido dulzainas. Marcelino estudió magisterio con posterioridad y emigró a Cuba. Otro familiar, Benito Pérez, marchó a Barcelona y fue él quien legó la dulzaina al Museo de Barcelona, tal vez hecha por él mismo.
Según nuestros informantes de Allueva, las dulzainas se hacían indistintamente con pino y roble por toda la zona de la Sierra de Fonfría. Julián Sancho, el Tío Pistolo, es recordado aún en Allueva por sus dulzainas; las construía con madera de roble, y solía tocar una dulzaina hecha por él, más larga de lo habitual; se desconoce si ésta alcanzaba las dimensiones del requinto. Se cuenta que Julián recibió la instrucción de Hilario, un militar de origen gallego, que estuvo en el pueblo durante el largo período del paso del frente en la Guerra Civil.
En Barrachina las dulzainas se hacían con madera de noguera. Se recuerdan especialmente las que fabricaba el Tío Agudo, quien murió hacia 1950.
En Castejón de Tornos, localidad ubicada entre Gallocanta y el Jiloca, se halla una dulzaina que presenta siete orificios alineados en la parte anterior, y uno en la posterior. Su torneado es liso, y su aspecto rojizo la asemeja a las grallas de Cataluña. Parece que la séptima abertura del anverso fue añadida por el ejecutante (que es desconocido); ésta resulta prácticamente inaccesible al dedo meñique, debido a su colocación centrada. La tonalidad del instrumento parece ser la de sol, pero el mal estado del instrumento impide una comprobación adecuada; pudiera ser que tapando el orificio superior (con un dedo o con cera) diese la escala de la. Según los informantes, el instrumento puede llevar en el pueblo unos 150 años.
Otra gaita peculiar nos fue mostrada por Serafín Abad Meléndez, en Torrijo del Campo. Se trata de un instrumento de forma parecida al típico modelo valenciano, pero sin ornamentaciones ni refuerzos en la campana. Presenta una rotura de importancia en el pabellón, pero a pesar de ello su propietario toca con ella numerosas melodías. Está en tonalidad de la, aunque su afinación es defectuosa. Su dueño le calcula unos 150 años de antigüedad, y la supone construida en madera de árbol frutal (peral, probablemente). Las lengüetas de caña se las ha fabricado siempre él mismo; las hace muy gruesas y resulta muy difícil hacerlas sonar.
Las flautas de caña han sido de uso común entre los pastores de la región durante siglos; aún alguno conserva la tradición. Se hacían de dos tipos: de pico (la más común, con muy distintas variedades, casi siempre con un corcho introducido en la boquilla) y travesera.
Hemos observado ejemplares de flauta de pico tanto con seis como con siete orificios en el anverso. En lugares como Castejón de Tornos y Odón, o en los pueblos de la sierras de Cucalón, Herrera y Fonfría y del río Pancrudo, ha habido una importante tradición de elaboración de este tipo de flautas, siempre ligada al pastoreo. Francisco El Medianero, Francisco El Setica y Lorenzo Blanquero son algunos de los constructores conocidos para el caso de Odón.
Los pastores de Atea, Cubel y Acered fueron hábiles constructores de flautas de pico. Lo habitual en esa zona eran flautas con seis o siete agujeros. Eran por allí frecuentes las reuniones en el monte de hasta diez o doce pastores, que se juntaban a charlar, y a tocar la flauta como uno de sus mayores entretenimientos.
De manera similar se construían en Allueva, donde se recuerda a Paulino Burriel como el más aplicado constructor y el mejor intérprete. Sus flautas llevaban a menudo algún tipo de decoración, según las informaciones obtenidas, pero no se conserva ningún ejemplar.
Más referencias sobre flautas de este tipo hemos obtenido en Barrachina, Herrera de los Navarros, Santa Cruz, Odón, Blancas y Lechón. Unas flautas distintas por el material empleado eran las que se hacían en Piedrahíta, en donde se empleaba el saúco.
Los tipos de flauta más diferenciados son los que se encuentran en la Sierra de Herrera (Santa Cruz, Noguera y Herrera de los Navarros), en donde se le denomina más comúnmente gaita. En Herrera de los Navarros vive Miguel Anadón, que construyó su flauta de caña y la toca con un estilo muy propio desde joven.
No hay datos concretos sobre la fecha de llegada de los primeros acordeones a la comarca. Se conoce su uso en algunos lugares desde principios del siglo XX. Con posterioridad, Manuel Brusca de Olalla, Moisés el Ciego de Monreal, Julio Valentín de Bello, Aurelio Roche de Calamocha o Marcos Moreno de Torralba de los Frailes han sido algunos de los acordeonistas conocidos en la zona.
El acordeón diatónico no tuvo una excesiva difusión; parece que llegó más tarde que a otras áreas, y fue desplazado pronto por el acordeón piano. Del tipo diatónico hemos visto algunos ejemplares de cierta antigüedad (Calamocha, Torrijo, Olalla). Los acordeones piano son más frecuentes, pero todos los observados son de fabricación bastante reciente.
Un pequeño acordeón diatónico se conserva en Torrijo del Campo, en propiedad de Julián Samaniego; tiene una fila de llaves de latón, con la que se tocaba la melodía.
Un instrumento similar pero más robusto estuvo en uso en Castejón de Tornos (pertenecía a los propietarios de la dulzaina de este pueblo ya descrita); hoy día se conserva en Calamocha como recuerdo de familia. Este tipo de instrumentos, sencillos y accesibles, facilitaron la difusión de nuevos gustos musicales.
Otro acordeón diatónico es el perteneciente a Manuel Brusca, vecino de Olalla. Es un instrumento de los años 30, de dos filas de botones para la melodía, afinado en sol/do; en sus tiempos sonó a menudo como protagonista del baile dominical del pueblo. Parece ser un acordeón de origen italiano recompuesto en Valencia. Manuel Brusca lo adquirió en Murcia cuando cumplía el servicio militar, y en aquella ciudad tocaba para el baile semanal para los soldados. De regreso a Olalla, Manuel tocó unos años para los mozos del pueblo, hasta que, cansado de ser requerido a todas horas, compró una radio gramola, que sustituyó al músico y su instrumento.
© ADRI & grupo musical Lahiez
© Manuel Sánchez, 2000-2008
NOTAS A ESTE APARTADO
7. El dato nos fue corroborado por Francisco Laínez Gómez, de Navarrete del Río, quien nos describió algunas dulzainas habidas en la zona, y nos explicó que él mismo se dedicó a mercadear con instrumentos musicales y otros objetos.
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