Asociación para el Desarrollo Rural Integral
de las tierras del Jiloca y Gallocanta

La banda de Aguarón

Historia, hasta el año 1958

(ESCRITO EN 1958, Y CEDIDO POR UN INTEGRANTE DE LA ANTIGUA BANDA DE AGUARÓN.)

Creada en el año 1848, su primer director fué el señor Costa, músico militar. Al cese de este señor, ocupó la plaza, Don Eugenio, que a su vez desempeñaba el cargo de organista de la iglesia parroquial. No hay más datos bibliográficos de ambos maestros.

En el año 1858 se hace cargo de la Banda, como director, don Antón Francés, hijo de Aguarón, el cual le da un gran impulso, preparando excelentes músicos y fundamentando sobre bases sólidas el futuro de la organización musical. Crea coros de voces mixtas admirablemente conjuntadas durante 55 años hace vivir a los cecinos de Aguarón en un ambiente artístico que difícilmente podrá ser igualado por las futuras generaciones.

Compone un Himno sagrado para voces y orquesta: "La Aurora", que todos los años, en las altas horas de la madrugada, la císpera de la fiesta de la Virgen del Rosario, se hace oir por los vecinos. La gravedad de las voces masculinas, en el instante en que las estrellas comienzan a palidecer, respondiendo al saludo que el barítono entona ensalzando las virtudes de la patrona, en ese momento en que en el horizonte apuntan los primeros ratos del luz y sobre la tierra parece aletear el silencia, la emción se apodera del oyente y lo transporta en brazos de su fantasía al pequeño mindo de sus más gratos recuerdos.

Don Joaquín Francés Tapia, hijo de Aguarón, nacido el 26  de Febrero de 1879, sobrino del anterior, es quien se hace cargo de la dirección de la Banda, cuando por su edad, aquel se retira. Comienza en 1914, un brillantísimo en el que las actuaciones públicas del conjunto se multiplican. Concurre a concursos cosechando galardones inestimables como se ve a continuación:

Año 1900 Zaragoza, 3er premio.

Año 1906, Calatayud, 1º premio

1917, Huesca, 2º premio.

1917, Zaragoza, 2º premio.

1918, Calatayud, 2º premio.

1922, Zaragoza, 3er premio.

1924, Cariñena, 1º premio.

1925, Calatayud, 1º premio.

1935, Zaragoza, 2º premio.

Durante estos 35 años, han sido muchas las actuaciones píblicas en las capitales de las tres provincias aragonesas y en muchos de los pueblos españoles. En algunos de estos pueblos, por ejemplo, Alhama de Aragón, ha concurrido a sus fiestas patronales durante cincuenta años consecutivos.

En el año 1923 es contratado todo el conjunto por la empresa del mayor café de Europa, "Ambos Mundos", para una serie de conciertos en su sala, durante quince días.

También se requiere su presencia en la Semana dedicada a Aragón, en la exposición internacional de Barcelona inaugurada en el año 1929. Durante siete días sus alegres pasacalles animan las callehas del Pueblo Español, y en sus plazuelas son interpretados conciertos del música popular española. Grandes elogios mereció de la prensa catalana su actuación. Ganó pues, una bien merecida fama tanto por la excelente interpretación y dirección de las obras que puso en su repertorio, como por el magnífico instrumental de que estaba dotada y por la disciplina y pericia de todos sus componentes.

Pero el brillo de los laureles conquestados en las pruebas que se han mencionado, palidecen ante la labor educativa de la masa, ante la perfecta organización eficaz y fecunda desarrollada en los ciento diez años de su existencia (hasta la fecha de este escrito: 1958); ante esa preparación minuciosa de buenos ciudadanos y eminentes músicos solistas diseminados por todo el ámbito español en conjuntos orquestales cuyos principios se fundamenta´on en tan humilde y capacitada academia musical.

Fué pues procindencial el que un verdadero músico (intérprete y amante del bello arte) de familia y raigambre musical de primerísicmo orden (recordemos al emininte ciolinista don Julio Frances, violín de la Cámara Regia de Don Alfonso XIII y al excelente compositor Don Modesto Gracia, asumiera la dirección de la Banda. Puede afirmarse sin lugar a dudas que bajo el imperio de su batuta se adiestró hasta llegar a la perfección alcanzada que revela lo mencionado más arriba, a un grupo de labriegos que después de una jornada durísima y agotadora en sus tierras, dejaban ociosas la azada y la yunta para dedicarse, en primer lugar, a la tarea nada grata de discigrar en el pentagrama las notas y signos del solfeo, y más tarde, a la no menos penosa de adaptar y dar la precisa agilidad a las callosas manos y a los entorpecidos dedos.

En esto queda condensada la historia de la banda municipal de música de Aguarón. Y a esto queda reducida la biografía de Don Joaquín Francés Tapia, porque la historia de su vida queda inmersa en la existencia de aquella. Sus sacrificios, sus desvelos, en una plena dedicación a la obra educativa, llena toda su vida. Durante los 45 años que ha estado de director, han sido muchas las figuras abiertas en el conjunto que gracias a sus dotes de mando y a su afabilidad, pudo taponar antes de que dieran al traste con todo el soberbio edificio construido. Muchas fueron las inquietudes que hubo de calmar por medio de la persuasión de su palabra y ejemplo. Esta es la misión específica de un buen conductor; enderezar entuertos, reparar injusticias, y trabajar para conseguir la mayor eficacia en los elementos que tiene bajo su mando. Los resultados ya se vieron. Un hombre, un músico, al servicio de una misión concreta que realizar.

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